La obra del autor Philip K Dick ha sido más influyente de lo que parece, no es para menos, ya que aborda un tema muy relacionado con el asunto de ser humano y es la empatía. Unido al asunto de la realidad y la simulación, pues tenemos mucho sobre lo que hay que escribir. Ciertamente, muchas personas no habrán leído la novela de ciencia ficción a la que se hace mención en el título del presente mar de letras, lo cierto es que hay muchos temas que ha venido abordando la ciencia ficción desde hace mucho tiempo a los que hay que prestarles atención y más hoy en la Venezuela actual.

Como sucedía en la novela del autor previamente mencionado, diferenciar a un humano de un androide (replicante) no era tarea fácil y seamos honestos, diferenciar a un político medianamente honesto (si es que existen de esos en Venezuela) de su contraparte que solo anda buscando un voto, no es tarea sencilla; ambos van a usar ese elemento humano llamado empatía para ganar tu atención y descargar su discurso en tu cabeza. En parte, para eso fueron desarrollados los políticos, sus discursos deben convencer a la gente para moverlos hacia algo más que un fin político.

Ya sabemos que los políticos hacen lo que hacen con el fin de obtener y mantener el poder, sin comprender el asunto de fondo. En realidad, no son otra cosa que empleados de la sociedad civil a los que se la ha subido el humo a la cabeza y este fenómeno tiene rato sucediendo en la cuna de Bolívar, quizás como lo plantea la autora Teresa de la Parra en su novela Ifigenia (parafraseando) que todo eso deriva de las ansias de un malentendido heroísmo y patriotismo cuya fecha de origen puede ser aquellos terribles años de la gesta de independencia.

Ciertamente, los políticos ya no ven a los ciudadanos como tal. Son una mera estadística de votos, pero ¿Qué acontece en Venezuela con el tema electoral? Ya sabemos de antemano que el derecho al voto no es precisamente uno de los más respetados por estos rumbos tropicales; el cuestionamiento sobre el resultado de varias elecciones siempre ha estado sobre la mesa y todo el mundo sabe, al menos fronteras adentro de Venezuela, que el ente electoral no es precisamente confiable. Así que todo se puede reducir a una puesta en escena, a una simulación electoral en donde el resultado ya fue pautado previamente y a las espaldas de la sociedad.

Se puede decir que la gente que ha estado abogando por la no participación en las elecciones en Venezuela han comprendido, a medias, que todo es una simulación, unido al hecho de la desconexión que hay entre la gente común más dedicada a resolver sus problemas cotidianos y los políticos criollos. Ahora la pregunta es ¿se ha perdido la empatía?

Con los mentados votos digitales, quiero creer que este puede ser otro de los puntos con los que conectar el tema con la mencionada obra anteriormente, la polémica está servida. Hemos visto una y otra vez que esas máquinas no son confiables, algo que es un elemento común con la ciencia ficción de la nueva ola (movimiento que comenzó en los años sesenta) que ha tenido su reflejo actualmente. Así que el gran conglomerado de oposición actualmente, conocido como el G3 (haciendo alusión a los tres grandes partidos de oposición) ya tiene sus elecciones electrónicas.

Hay que comprender algo más, la democracia y todo el tema de los votos se encuentra guiado por las emociones, rara vez vas a encontrar algo de lógica; el argumento emocional se pone sobre la mesa y entre esos elementos yace también la empatía. Quizás una faceta bastante oscura de la empatía; la finalidad es obtener y mantener el poder a cualquier costo; las corporaciones políticas lo saben muy bien, así que es normal que quieran que la simulación electoral, así como los rendimientos económicos que les genera, tienen que seguir fluyendo.  Ya sabemos muy bien cómo eso es, volantes, autos con parlantes, cuñas publicitarias en buena parte de los medios de comunicación, incluso llamadas telefónicas, generando algo más que un aumento en los problemas de las alcantarillas repletas de suciedad.

La simulación se convierte en un intento de estimular a la sociedad en participar por cualquier motivo. Pero rara vez en una simulación se puede generar un resultado diferente.

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