En los últimos días las sanciones de EE.UU al régimen de Maduro han causado un enorme revuelo en la opinión pública, la decisión tomada por la administración Trump de congelar los activos de PDVSA y CITGO en EE.UU es una herramienta financiera que corta de raíz el financiamiento de la tiranía usurpadora. Pero, más allá de alegrarnos por esta decisión, es momento de reflexionar y preguntarnos ¿Cómo llegamos a este punto?

Históricamente PDVSA, así como la mayor parte de las empresas estatales, solo han servido para dos cosas: Financiar el clientelismo por parte de los gobernantes de turno a expensas del endeudamiento del Estado venezolano (Desde el siglo XX gran parte de la externa venezolana ha provenido de las empresas estatales) y una excusa para la expansión e intromisión del Estado en aspectos ‘estratégicos’ de la economía, es decir, intervencionismo.
Toda esta constante expansión del poder político en la economía (Creación del BCV, RECADI, eliminación progresiva del encaje en oro, primeros controles de precios, estatización de la industria petrolera, etc.) fue generando un cheque en blanco para los gobernantes de turno. Por dar un ejemplo: La inflación como problema real en Venezuela inicia una vez se elimina finalmente el encaje de 30% en oro para la emisión de Bolívares y se pasa al sistema de control de divisas (RECADI) , lo cual se evidencia en una inflación anual promedio de 31.81 (1959-1998), lo cual contrasta con el 4,16% anual del periodo 1941-1959 (50% de encaje) y aún más con el -0,05 anual durante el periodo pre-BCV, donde el poder político no controlaba la política monetaria.


El punto a explicar con el anterior ejemplo es que nuestra historia nos ha demostrado en diferentes casos las nefastas consecuencias de dejarle un cheque en blanco a nuestros gobernantes, ya que todo este clientelismo y expansión innecesaria del Estado deviene en el caldo de cultivo para el ascenso de líderes populistas con intereses de eternizarse en el poder; intereses que, gracias a los errores anteriormente mencionados, tendrán todas las herramientas para financiar sus aparato de populismo, militarismo y control social.


Entonces ¿Qué hacer? Esta funesta experiencia nos debe enseñar que cuando la clase política hable de ‘Nacionalizar X cosa’ o ‘Poner X empresa en manos de los venezolanos’ en realidad se refieren a ponerlo en manos del poder político de turno, por lo que lo más sensato que podemos hacer es exigir que el Estado se mantenga alejado de la economía y solo funja como árbitro y garante de la ley; pues, de lo contrario estaríamos dejando un arma peligrosísima en manos de un futuro Hugo Chavez.
El caso de PDVSA y de cómo ha sido el pilar económico para financiar a la más macabra de las clases políticas que hemos tenido en nuestra historia es la viva prueba del riesgo que representa mantener esta clase de herramientas en manos del poder político, una lección de que no siempre gobernarán los buenos, y que como ciudadanos debemos exigir que se configure el Estado en base a ello.

Fuentes:

Carrillo Batalla, T., Crazut R. PROCESO HISTORICO DE LA DEUDA EXTERNA VENEZOLANA EN EL SIGLO XX


Baptista A. BASES CUANTITATIVAS DE LA ECONOMIA VENEZOLANA. CENDA, El universal



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