4 Abril 2017. Anciana llora sobre una defensa mientras, a pocos metros, se enfrentan la PNB y manifestantes; aire inundado de gas pimienta.
Locación: Caracas, Venezuela
Joshua Gabriel Arguello Paredes

«El argumento de la intimidación es una confesión de impotencia intelectual»

La virtud del egoísmo (1964) 

El venezolano no sabe a ciencia cierta qué significa la palabra libertad. Muchos no la han conocido, otros no la recuerdan. Unos pocos se atreven a emularla en su día a día, en una ciudad catalogada como la más peligrosa del continente. 

Venezuela se encuentra entre los países más reprimidos del mundo, según el portal heritage.com (https://www.heritage.org/index/), que la sitúa en el puesto 179. Esta posición en el rankin es justo entre Cuba y Corea del Norte. 

Aún así, quienes permanecen en Venezuela y ven escurrirse su juventud entre marchas y apagones, hacen hasta lo imposible para sentirse un poco más libres. 

A finales de esta semana, estaba terminando el artículo que se supone publicaría en lugar de este, cuando recibí un mensaje de un amigo que todavía está en Caracas. Me decía que la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) lo secuestró durante horas. Ofrecí llamarle para convesar, pues yo sé lo que significa que esbirros de un régimen te retengan contra tu voluntad, siendo inocente. 

La respuesta fue no. “Me quiero morir” me dijo. Y ahí comencé a preocuparme, Mucha gente me ha contado lo que son capaces de hacer los efectivos de la GNB, sin mencionar los de cualquier otra de las policías políticas del chavismo. Pero más allá de que me lo contaran, lo viví. Lo vivió mi hermano, lo vivió mi familia, lo vivieron amigos cercanos. 

Lo que cambia esta vez es que a mi amigo lo toman de una de las estaciones del Metro de Caracas, sin haber manifestaciones de ningún tipo, sin estar persiguiendo a nadie. Durante las siguientes horas la Guardia se dedicó a hacerle la vida imposible. Lo golpearon, lo torturaron, lo volvieron a golpear, intentaron sembrarle droga, lo escupieron, lo volvieron a golpear. Lo increpaban para que no llorara, para que no gritara, bajo los signos claros de tortura.  

Repito, a mi amigo no lo detuvieron durante ninguna manifestación, él no participa activamente de las protestas, no milita en ninguna organización. Más allá de quejarse de la situación país cuando conversa conmigo y con su círculo cercano, él no tiene vida política. Simplemente estaba pasando y los perros falderos del chavismo lo tomaron por la fuerza.  

Así transcurren los días en Venezuela. Quienes ven perdida su libertad huyen, se resignan o luchan. Quienes no quieren recurrir a ninguna de esas tres opciones intentan fabricar una burbuja, la cual los distintos fantasmas o lo diversos demonios fabricados por el chavismo siempre buscan destruir.

Quienes decidimos luchar con firmeza contra la tiranía estamos conscientes de los riesgos a los que nos exponemos. Aún así estamos dispuestos a llevar nuestra lucha hasta el final, hasta conquistar nuestra libertad. Pero quienes no han querido asumir el compromiso, porque es algo sumamente personal y cada quien es libre de sumarse o no a la causa, también están expuestos a los riegos, y también disfrutarán de las mieles de la libertad. 

¡Comparte la libertad!