Karl Marx planteaba (En El 18 Brumario de Luis Bonaparte) que “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y le han sido legadas por el pasado.” Entonces bajo esa perspectiva podríamos concluir que “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”. Así pues, partimos de esta definición para hacer un análisis de la situación venezolana en el contexto de la aplicación del Socialismo del Siglo XXI y el sisma que desató en índices de hambruna, pobreza, corrupción y libertad económica.

Si bien, el comunismo marxista (Como se plantea en el Manifiesto Comunista) no se aplicó, sino una variante ‘adaptada’ a nuestro contexto regional y temporal, si se podría hablar de una paralización histórica de la república bajo el modelo chavista/Madurista. La historia Venezolana se ha caracterizado por una colonia arrasada y olvidada, seguida por una larga, destructora y sangrienta independencia; por la instauración del caudillismo y las barbarocracias(término acuñado por Rufino Blanco Fombona en su libro ´Diarios de mi vida´) del siglo XIX, por la hegemonía andina, por un parapeto de intento democrático y finalmente una sangrienta dictadura socialista, sin embargo, tras la muerte de su protagonista, Hugo Chávez, y de su orquestador, Fidel Castro, seguimos en el mismo periodo histórico, una dictadura, esta vez más cruel e inhumana, bajo el dominio del Partido Socialista Unido de Venezuela. Al parecer, la historia se detiene súbitamente a la expectativa de qué pasará.

La historia venezolana se ha convertido en un absurdo hilo de hambruna que no para, inseguridad que no sorprende, violaciones a la propiedad y dignidad humana, protestas sin importancia y sin consecuencias verdaderas, una población desmotivada y cada vez menos presta a intentos populistas de exaltación, al menos con los autoproclamados líderes partidistas actuales. La sociedad venezolana se ha volcado a la eterna espera de otro caudillo, sin confianza momentánea en los partidos políticos y en una lucha titánica por sobrevivir. En paralelo a esto seguimos viendo una porción que sacó provecho de la situación o que no se dejó hundir por las políticas socialistas que se imponen desde la capital, siendo esta parte de la sociedad conocida como “la otra Venezuela” caracterizada por los llamados “Bodegones”, por utilizar el mercado para ventas y compras de productos (Generalmente en dólares para evitar los embates de la inflación) y con estándares de vida muy distintos al resto de la sociedad.

Me atrevería a decir que ningún hecho que hoy ocurre en Venezuela será guardado en las extensas páginas de la historia nacional, ni siquiera los asesinatos de activistas políticos, defensores de derechos humanos o protestantes, ellos quedarán como un número más y si tienen suerte en alguna placa conmemorativa junto a los nombres de un par de centenares más; la época que vivo será olvidada, más allá de representar una época de oscuridad histórica en la dictadura más difícil que ha vivido la ciudadanía venezolana. Y lo que más preocupa en este contexto no es que mis días y los de mi generación vayan a ser olvidados, sino que sin hechos que tengan contundencia histórica, el futuro se ve plano y sin cambios en su porvenir, eso precisamente es lo que preocupa.

Veamos algunos ejemplos: La dictadura cubana no ha tenido hechos históricos en 60 años más allá de los teatros publicitarios hechos por dicho régimen e intentos democratizadores de la sociedad civil, la dictadura norcoreana no ha tenido más historia que la muerte de sus pseudoreyes, la historia de Nicaragua luego de la reinserción del modelo sandinista no ha tenido momentos históricos más allá de los intentos sociales de democratizar; todos los hechos mencionados como hechos históricos en la historia de cada uno de estos países han tenido algo en común: Todos han sido hechos por el régimen imperante o aplastados por el mismo. Pareciera que estos regímenes autoritarios o totalitarios, generalmente de izquierda, han tratado de detener la historia y hacer creer que sus respectivos países son el ideal político, social y económico; no necesitan cambios y por consecuencia, no necesitan hacer historia.

Los hechos nos demuestran que ninguna dictadura es eterna, sin embargo, en ninguna época de la humanidad ha existido más tecnología que en la que vivimos, ahora es posible que el Gran hermano te vea las 24 horas del día, y no solo que te vea, sino que te reconozca y sepa tus patrones de comportamiento y consumo, si el totalitarismo, en la mayor y mejor expresión de la palabra, se pudiera aplicar eficaz y eficientemente, eso sería en el siglo presente.

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