Desde hace días me retumbaban en la mente una serie de preguntas para descifrar qué elementos o precedentes semejantes (con otros países) tiene la coyuntura tan grave que está afrontando Venezuela. Hace unos días me pareció acertado lo dicho por un amigo que comentaba que la crisis venezolana es una especie de africanización como la de Ruanda, empobreciendo a una cantidad desmesurada de personas, además del genocidio que tanto flageló a esa nación; verosimilitud también con la URSS de Stalin y sus políticas comunistas que radicaron el hambre, dejando más de 23 millones de occisos a su paso; por último, también contando con los nexos del narcotráfico guerrillero del fidelismo cubano.
Si ciertamente los sátrapas que hoy ostentan el poder se han fiado de ciertas características que ya se habían divisado en la historia, parece ser que con tan solo escudriñar en una biblioteca podemos encontrar lo que fue escrito como una obra de prevención para no caer en el mismo sistema, pero que ha sido para el chavismo prácticamente un manual perfecto –casi como receta de cocina- para llegar a convertir a lo que era una Tierra de Gracia en un lugar casi recoleto, una total distopía. Este libro es 1984, escrito por Eric Arthur Blair, mejor conocido como George Orwell.
En este texto literario se relata a manera de ficción toda una cantidad de aspectos que marcaron hito en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, sumándole otras particularidades hiperbólicas que son añadidas por el autor, afirmando lo que puede llegar a ser una sociedad cuando se deja llevar por la demagogia de los burócratas que convierten al Estado en la omnipotencia, o algo así como el aire que respiramos, indispensable y presente en cualquier lugar que estemos.
Existen ciertas opiniones que afirman que el heredero del trono rojo ubicado en Miraflores se apartó o dejó quebrar el “maravilloso plan” que había concebido Chávez para Venezuela. Sí existía y aún existe un plan, que el bamboleante bigotón ha perfeccionado, precisamente pareciese ser sistemático e incluso orgánico, adaptado a lo que plasma Orwell en su preciada novela. Esa estrategia es la total sumisión de toda la ciudadanía venezolana.
La peste del siglo XXI se ha destacado por cumplir con los roles de manejar la verdad, o dicho de mejor manera, de mentir desenfrenadamente sin escrúpulos algunos. Precisamente para crear una nueva “verdad” se necesita tener otro pasado, y por eso también se han encargado de cambiarle la cara a la historia de Venezuela: metiéndose en el sector educativo, en la cultura, las redes sociales y hasta las tertulias, dejando un panorama lo suficientemente sesgado como para expandir sus raíces y ser más perennes.
El control total de la economía se ha hecho inminente. Si bien se ha dicho que manejar la economía de una nación es manejar la vida de los individuos que la componen, podemos aseverar que el gobierno, ilegítimo ahora, tiene la tutela del accionar de todos los venezolanos. Este mismo sistema de limitación ha hecho cada vez más iguales a los ciudadanos, poniendo a la mayoría en la pobreza, pero de igual forma estableciendo una oligarquía colectivista que le ha servido a unos pocos para beneficiarse del saqueo del socialismo venezolano. Una muestra de la similitud con la obra, en la parte económica, es la existencia del mercado negro; el racionamiento de comida y la repartición a todos por igual, como sucede con los CLAP y demás dádivas.
Apartándome de los demás axiomas escrito por el británico, como último punto y uno de los más importantes, está la creación de la neolengua como punto de inflexión que entra en la psiquis del ser humano y sus semejantes en sociedad. Es trascendental esto, por motivo del control que se tiene en el dialecto. Y es que va más allá de los enunciados de las palabras, es el hecho de evocar un término el cual su significado es totalmente distinto a lo que se pretende decir. Por ejemplo en Venezuela tenemos el Ministerio de Comunicaciones, que evidentemente sobresale por notificar la mentira en todos sus sinónimos; en 1984 está el Ministerio de la Verdad, encargado de acabar con todos los hechos noticiosos fidedignos y difundir sólo bulos.
Esta nación que nos duele constantemente, donde cada día respiramos con desasosiego por más que sólo se atisbe las vicisitudes, podemos encontrar cómo minuciosamente el chavismo se ha abocado a su plan perverso y premeditado que ha llevado a Venezuela a la perfecta inopia. Desde antes de aquel desdichado año de 1998 existe un propósito mismo, de hablar de guerra y que son ellos los protectores del pueblo, cuando la guerra es inefable por su misma inexistencia y son los mismos cerdos rojos quienes nos matan sigilosamente.