Si algo ha estado capturando mi atención durante las últimas semanas – precisamente desde navidad del 2022 – son los videojuegos, aunque siendo justos este es un tema que me ha interesado poderosamente desde que tengo uso de razón. También el hecho de guardar reposo tras enfermarme de los pulmones, por abusar de mi cuerpo, hizo que el medio principal para distraerme fuesen Minecraft, Counter Strike,y Pro Evolution Soccer.
No ahondaría más en este tema si mi único propósito fuese pasar el rato, objetivo principal de los videojuegos, pero soy muy pensativo y en estos días me puse a reflexionar sobre los conflictos que relacionan a los videojuegos con el Estado, principalmente comenzando por la propiedad intelectual que es donde uno suele vincular Estado y videojuegos en simultáneo.
Este tema salió a relucir en una conversación que tuve con un amigo el 25 de Diciembre, cuando él se quejó sobre la forma en la que actualmente se lucran los videojuegos: todo tipo de compras dentro del juego, la necesidad de comprar DLC’s para continuar la historia, y ese tipo de actividades que acostumbran hacer las empresas hoy en día, y tiene su lógica, ya que para uno como consumidor es más cómodo comprar la unidad donde viene el videojuego y entretenerse de una vez sin más.
No se puede negar que es válido el argumento de mi amigo, solo que esto ignora una parte de la realidad:
Hoy en día la distribución de videojuegos es más digitalizada, y esto hace que sea más fácil piratearlos. Las empresas están conscientes de esta situación, por lo que optaron por reducir la venta de las unidades de los videojuegos y apuestan más por vender servicios dentro de los mismos, lo cual es mucho más rentable y se adapta más a la dinámica de distribución actual.
Pero, ¿Qué tiene que ver la Propiedad Intelectual en todo esto?
Se supone que el Estado debería impedir que se distribuya – sin su permiso – algo que posea Propiedad Intelectual. Sin embargo, sospecho que más de uno que está leyendo este artículo habrá compartido el GTA San Andreas a algún amigo suyo a través de unidades USB con sólo un copiar/pegar, justo aquí el Estado tiene un poder nulo para impedir eso, y ahí radica el problema.
Recordemos que los videojuegos son software, el software es esencialmente datos y los datos son replicables. La explicación lógica es que el Estado no puede impedir que se hagan réplicas del videojuego, pero sí puede intervenir cuando alguien se lucra de las réplicas de un videojuego.
Pero seamos realistas, los bienes obtienen valor cuando son escasos (como el agua, el oro o un bien raíz), no cuando son replicables (datos e ideas) ya que cualquiera puede obtenerlos sin esfuerzo alguno, haciendo que la Propiedad Intelectual pierda sentido en su praxis respecto a los videojuegos. Videojuegos 1, Estado 0.
Particularmente Minecraft me llama la atención, pues es un videojuego que no sólo se lleva mal con la Propiedad Intelectual (al ser un juego indie es más fácil de piratear), su naturaleza se lleva particularmente mal con otros aspectos del Estado.
Para esto hablaré de dos cosas muy curiosas:
Existe un mod llamado Minecraft Comes Alive (MCA) que vuelve más realista la interacción con los aldeanos; les añade género, edad, oportunidad de contratarlos, relacionarse de forma amistosa y amorosa, etc. Y aquí está lo interesante pues en las versiones antiguas del mod podías craftear una corona y volverte el Rey de la aldea, y al hacer esto los demás aldeanos te rendían tributos. Esto fue un problema a la hora de jugar en servidores, pues todos los jugadores querían ser reyes y usualmente se rompía el juego, por lo que el creador del mod eliminó la corona. Y así dejó de aplicarse la figura del Estado dentro de Minecraft.
Otra crónica más curiosa ve su raíz en un hecho muy particular, pues miembros de la ONG Reporteros Sin Fronteras crearon un servidor llamado The Uncensored Library (La Biblioteca Sin Censura en inglés). Dentro del servidor hay una biblioteca gigante, que alberga información de todo tipo dividida en país y en tipo de contenido, con el propósito de difundir información delicada donde la censura es imperante, cómo Egipto, Vietnam, Rusia, México, o Arabia Saudita, dónde este servidor es una auténtica laguna jurídica.
En ciertos países el servidor es ilegal; no obstante, no pueden tumbarlo pues esa decisión le compete al mismo juego, y ellos apoyan este proyecto. En definitiva, Minecraft es un videojuego que particularmente se lleva mal con el Estado. Videojuegos 2, Estado 0.
Muchos piensan que los videojuegos son simplemente entretenimiento, otros sostienen que es una pérdida de tiempo, para algunos es una forma de ganarse la vida, hay quiénes los consideran arte, y algunos como método de aprendizaje. Yo los veo como un recurso, o un medio que desafía al Estado.