La razón de ser o el sentido de existencia del Estado se ha desvirtuado con el tiempo luego de servir como instrumento de expoliación sistemática y rotativa de grupos que han tomado el poder, no para solucionar problemas comunes a todos, sino para resolver problemas particulares, en detrimento de todo un país. Los sistemas democráticos se convirtieron en mecanismos para la alternancia en la participación de este expolio abierto y descarado, que comienza en el seno del Poder Legislativo mediante la perversión de la Ley, logrando el sometimiento de todo el aparato estatal para así hacer cumplir la voluntad de unos pocos.
Bastiat define la Ley como la organización colectiva del derecho natural de legítima defensa de nuestra personalidad, propiedad y libertad. Todas estas vinculadas entre sí, pues nuestras facultades son producto de la personalidad, y la propiedad es producto de nuestras facultades. La legislación está para evitar transgresiones y, en caso de que ocurran, poder hacer justicia. Sin embargo, la demolición del Estado de derecho lo único que ha logrado es que la legislación sea un cúmulo de mandatos legales, carentes de legitimidad; los ciudadanos están permanentemente expuestos al abuso de aquellos incapacitados para generar riqueza por sí mismos.
Cada grupo ‘político’ que aspira llegar al poder tiene dos opciones: acabar con el expolio o participar y tomar su correspondiente tajada. Desafortunadamente para nosotros, no ha llegado un grupo lo suficientemente virtuoso como para escoger la primera opción, todo lo contrario. Hemos sido testigos de un verdadero saqueo en nombre de la política y de la gente. Los gobiernos mercantilistas saquean en beneficio de unos pocos mal llamados empresarios, hambrientos de subvenciones y proteccionismo, mientras que los gobiernos socialistas, aun cuando dicen distribuir la riqueza entre el pueblo, lo único que hacen es saquear para unos pocos y, de vez en cuando, repartir algo entre la gente, previamente empobrecida por ellos mismos y necesitada de cualquier dádiva; el socialismo te rompe las piernas y luego te da muletas a cambio de tu dignidad.
Hasta ahora, los grupos políticos han realizado una expoliación rotativa, es decir, mientras unos expolian otros hacen oposición esperando su momento para tomar el poder y hacer lo suyo. Durante este proceso, no se puede esperar otra cosa que el crecimiento sostenido del Estado (porque además estos grupos son ambiciosos), apropiándose aún más de la riqueza de las personas y convirtiéndose los gobernantes en los dueños de turno de los activos del país. Los problemas de las personas no se solucionan, sino que empeoran producto de los desincentivos que generan las políticas y la legislación que posibilita este saqueo legal.
Por estas razones es importante la participación ciudadana en la formación de las leyes, tener un profundo recelo ante las actuaciones y las intenciones de los grupos de presión, que solo buscan obtener privilegios legales. La igualdad ante la ley no forma parte de las actuales consignas progresistas y es lo que menos se exhibe en las propuestas electorales. Esto solo nos adelanta que las pretensiones políticas seguirán siendo las mismas, optar por la segunda opción, no por la primera.
En Venezuela, una parte de la oposición, cansada de esperar su turno, comenzó a participar en el expolio orquestado por la cúpula que desde hace mucho tiempo ostenta el poder. El derecho a la expoliación se ha sometido, no a un proceso electoral, sino a un proceso de negociación y de administración consensuada entre estos actores parasitarios. Existe otro sector de la oposición, que si bien no participa directamente en el festín (o eso quisiera creer), descubrió que ser opositor puede ser un negocio rentable y, pese a las deplorables circunstancias de los venezolanos, han podido progresar de manera significativa. Estos sujetos son los principales interesados en dilatar las transiciones que bien le hacen al país; a mayor tiempo, mayor el beneficio.
Pasamos de una expoliación rotativa a una simultánea. Vividores y saqueadores por doquier, de múltiples partidos y tendencias; bien hacen algunos en llamar a todo esto como lo que es, una verdadera mafia. Lo que estamos viviendo los venezolanos es una completa tragedia. Decía Carlos Matus (un sujeto para nada liberal) que los políticos se dedicaban a resolver los problemas que generan sus propias políticas, no los problemas de la gente. ¡Cuánta razón tenía! Ante esta realidad, los ciudadanos debemos apegarnos a la defensa de nuestra personalidad, propiedad y libertad; no podemos seguir viviendo para los saqueadores, no es justo, no es humano, ¡basta ya!