Se ha mencionado que el Covid-19 ha propiciado un camino sin retorno hacia una nueva normalidad, la cual puede trastocar incluso la forma en la que se ha venido haciendo política económica. El mercado evoluciona y poco a poco se irá adaptando a las nuevas exigencias del entorno. En el camino habrá transformaciones importantes, negocios que quizá no volverán a ser rentables jamás, al tiempo que nacerán otros que obtendrán grandes beneficios en la medida que satisfacen nuevas necesidades. En todo este proceso se requerirá de gobiernos que vayan a la par de las circunstancias, minimizando los errores, y sobre todo, esquivando ciertas amenazas que mencionaremos a continuación:
Control del mercado laboral
El 42.4% de los trabajadores en Latinoamérica se encuentran empleados en los sectores económicos con mayor riesgo de padecer un colapso en sus actividades producto de la actual crisis, y otro 16.5% se encuentra empleado en los sectores con riesgo medio – alto. Esto significa que el 58.9% de los trabajadores en Latinoamérica se encuentran en terrenos laborales muy inestables.
Un escenario caracterizado por una ola de despidos en un mercado laboral donde abunda la informalidad, bajos salarios, baja oferta de empleos formales realmente atractivos, y sobre todo, un mercado considerablemente regulado, puede estimular políticas de inamovilidad laboral, aumento de salarios mínimos y otras medidas que de igual forma puedan generar efectos contrarios a lo que se quiere: aumentar el empleo y el salario real.
Proteccionismo
Las economías están debilitadas y se espera que Latinoamérica sufra un impacto negativo superior a lo que se espera en términos globales. Este escenario puede incitar la aplicación de políticas destinadas infructuosamente a proteger a la industria nacional. El proteccionismo como política económica es una amenaza en cualquier plan de recuperación. Sea por medio de una política arancelaria o mediante restricciones de entrada a los mercados locales, la idea de proteger a las empresas autóctonas en detrimento del libre mercado, bajo el argumento de que así se puede recuperar el empresariado nacional, es sencillamente contraproducente.
Regulación del mercado financiero
La crisis por Covid-19 ha perjudicado a unos sectores más que a otros. Esto nos puede llevar a la siguiente amenaza y es la regulación del mercado financiero con la finalidad de beneficiar a las empresas más perjudicadas. El mecanismo común para estos propósitos es el establecimiento de carteras dirigidas y el control de las tasas de interés, lo que genera desvío de fondos a sectores y empresas no rentables o no eficientes, en detrimento del consumidor.
La crisis pandémica y sus efectos son fenómenos que propician cambios profundos en la escala de preferencias de las personas. Esto significa una reconfiguración de la propensión al consumo y al ahorro. Esto nos abre una ventana hacia las preferencias que el individuo tiene entre el presente y el futuro, lo que modifica el denominado interés natural. Alterar el mercado financiero puede desencadenar un cúmulo de distorsiones que pueden incluso agravar la ya delicada situación. El mercado financiero y la economía en general deberá trabajar en función de una nueva realidad, no en función de rescatar una imagen lo más parecida posible del pasado.
El statu quo como amenaza permanente
Los problemas económicos de la región no comienzan con el Covid-19, se exacerban con este y se suman otros problemas que complican el panorama: crisis sanitaria, déficit público, recesión, costos derivados de los protocolos de higiene y distanciamiento, fuga de capitales, etc. Una de las amenazas más latentes en un escenario de recuperación será el no atender adecuadamente los problemas institucionales que son común denominador en los países latinoamericanos, y que a pesar de una correcta política económica, no permiten que la región agarre impulso.
Latinoamérica tiene el reto de afrontar y superar al mismo tiempo los viejos y los nuevos problemas. Las circunstancias ameritan una gestión que tenga como foco una óptima recuperación económica, lo que demandaría un tratamiento de carácter holístico. Esto quiere decir que la eventual disposición de recursos o las políticas de estímulo fiscal serán insuficientes si no se solucionan los actuales problemas institucionales que incluso vulneran los principios del Estado de derecho.
Actualmente nos encontramos ante altos niveles de incertidumbre, lo que significa que los proyectos de mediano y largo plazo en su mayoría podrían verse interrumpidos. Todo esto que nos envuelve puede agudizarse por medio de una inyección adicional de incertidumbre derivada de la inestabilidad política, quiebres institucionales, o la aplicación de políticas económicas que en este artículo hemos identificado como amenazas para una recuperación pospandemia.