En la larga historia de nuestras naciones para alcanzar la libertad y el desarrollo, existen algunos casos increíbles, como el de dos mundos que creíamos absolutamente diferentes, y terminaron siendo tan similares. Venezuela se encuentra a 15,951 km. de Taipéi la capital de la República de China (Taiwán). Aun siendo países en polos opuestos del globo y con sociedades complementamente diferentes, tienen en común tanto una problemática diplomática como un enemigo ideológico.
Taiwán tiene una batalla diplomática y económica con el Partido Comunista de China (PCC) que tiene control sobre la China continental. La misma que durante los últimos meses hemos visto mintiendo sobre la situación del COVID-19, además de las sospechas de origen artificial.
Dos Chinas: una Taiwán
El continente asiático no es un referente cuando hablamos de libertades individuales y gobiernos democráticos, teniendo desde regímenes como Corea del Norte, La República Popular China y Singapur como claros ejemplos de dictaduras modernas. En medio de naciones extremadamente pobres como Bangladés y sin ser miembros de organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Esta pequeña isla en las costas de China continental tiene una de las democracias más libres del mundo, una economía dinámica y que crece a pasos agigantados, tecnología de punta y una de las industrias más grandes del mundo.
Durante las primeras décadas el régimen autoritario instalado en la isla mantuvo el apoyo del mundo libre, mientras el régimen comunista tenía el apoyo de los satélites soviéticos. En 1971 la resolución 2.758 A.S (Asamblea General) de las Naciones Unidas terminó con el debate y reconoció solo al régimen instalado en la China continental como el gobierno legítimo. El revés diplomático fue resultado de años de persecución por parte el Partido Comunista y las violaciones de derechos humanos, destruyendo la reputación de Taiwán.
El terror blanco:
La dictadura de corte nacionalista que se instaló en la isla aplicó la ley marcial desde 1949 hasta 1987, causando abusos y asesinatos masivos para la población. Entre la tortura, la censura y la marca social que significó esta dictadura, el respaldo internacional fue mermándose paulatinamente hasta llegar al aislamiento diplomático. La negativa del gobierno nacionalista de aceptar lazos con gobiernos que reconocieran al régimen comunista causó graves problemas, principalmente en medio de la Guerra Fría.
Ante estos regímenes, uno nacionalista y otro de corte comunista, ambos violadores de toda clase de derechos individuales, la comunidad internacional comenzó a romper relaciones. El terror blanco le costó la vida a los líderes independistas, quienes querían una República de Taiwán y acabar sus exigencias sobre la China continental. La importancia de mantener los principios democráticos y abandonar la dictadura son principios que, frente a la desventaja que significa la derrota en la guerra civil, suman peso ya para finales de la década de 1980, cuando su condición política ante el mundo era de aislamiento. Con el éxito de las reformas económicas de China continental Taiwán pasó al segundo plano.
La democracia de Asia:
Luego de años de terror blanco, comenzaron las reformas políticas, el surgimiento de la democracia comenzó a hacer un problema para la China continental, pero la estrategia militar había pasado al segundo plano para 1986, cuando la democracia en la isla de Taiwán ya se había establecido. Ahora, con una economía profundamente avanzada respecto al desarrollo del PCCh, la batalla para mantener su soberanía comenzó a enfocarse en representar a la nación más libre de Asia.
El Partido Nacionalista Chino queda fuera de la presidencia en el 2000 eligiendo al primer presidente del Partido Progresista Democrático Chen Shui-bian, quien termina con el reclamo territorial, desmantela la política exterior a favor de la unificación y promueve una identidad nacional separada de la China continental. El partido progresista promueve la defensa de la libertades individuales y económicas, con el respecto a los derechos humanos.
Actualmente, el nacionalismo sigue promoviendo la unificación y se han denunciado lazos con el Partido Comunista de China. No existe diferencia profunda entre la China totalitaria continental con la de Taiwán bajo nacionalismo chino, sus características corporativistas unifican un solo criterio entre ambos bandos. Para estos es más importante la Reunificación China que la libertad de los ciudadanos.
Taiwán tiene un PIB per cápita de alrededor de los 21 mil dólares, superando a la China continental, que tiene un PBI per cápita de 9 mil dólares, dejando atrás al “milagro chino”, siendo la fábrica de tecnología y microprocesadores del mundo y volviéndose uno de los escasos 5 países capaces de realizar su elaboración, la lista la encabeza Estados Unidos, seguido por Japón, Europa y Taiwán. Estos son los únicos países con la capacidad de fabricar microprocesadores, instrumento fundamental para el desarrollo de tecnología y las telecomunicaciones, algo que hasta la actualidad no tiene China continental.
También la isla se volvió protagonista del movimiento por los derechos de la comunidad LGTBIQ+, liberando su práctica y apoyando el matrimonio entre parejas del mismo sexo, con todos los instrumentos legales. La bandera de libertad que levanta esta pequeña isla representa un peligro para el régimen comunista de Pekín que pretende sancionar las compañías que no reconozcan la soberanía del PCCh sobre la isla, bloqueando en redes sociales y organismos internacionales los medios de comunicación de Taiwán. El régimen comunista pretende ejercer un bloqueo a las agencias de viaje que reconozcan al gobierno de Taipéi y romper lazos comerciales a los países que reconozcan la soberanía de la isla, poniendo fecha límite 2049 el centenario de la revolución comunista, como fecha de anexión.
Pero con el reciente escándalo de la Organización Mundial de la Salud y sus vínculos con las censuras usadas por el PCCh con la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19), las recientes denuncias del gobierno de la isla y el revés internacional con el reconocimiento por el Oslo Freedom Forum, siendo una inspiración para los liberales de Asia, incluyendo Hong Kong. Todo este escenario no es casualidad, el arma usada por el gobierno de la pequeña isla, es aún más fuerte que el poder de Pekín, es la libertad.
Caracas:
Estamos conscientes del desastre que significó para Venezuela y el continente latinoamericano el Socialismo del siglo XXI. Actualmente, como resultado del desastre existe un conflicto diplomático respecto al gobierno legítimo sobre el territorio venezolano, al igual que Taiwán, una parte del mundo considera incluyendo a las Naciones Unidas que el gobierno legítimo de los venezolanos es dirigido por el dictador venezolano Nicolás Maduro. Mientras esto ocurre, existen 54 gobiernos que reconocen al diputado Juan Guaidó como presidente legítimo.
Aunque reconocemos que el poder lo conserva la dictadura socialista en Caracas, Juan Guaidó sigue siendo reconocido por los principales países democráticos del mundo. El conflicto diplomático tiene un claro paralelismo, diferente, pero partiendo de la misma tesis.
Diferente a lo que vemos en la isla, Venezuela aún no tiene una división territorial, mucho menos se observa algún tipo de poder efectivo por parte del intento de administración de la presidencia parcialmente reconocida de Juan Guaidó. La isla, actualmente, dirigida por Tsai Ing-wen apostó por la libertad, un distanciamiento ideológico y la profundización de su independencia.
Diferencia que observamos ante el escenario de Juan Guaidó, que, reconociendo su desventaja al no tener fuerza militar alguna, se niega a tomar medidas oportunas como abrir oficinas comerciales para cumplir funciones administrativas, como la entrega de documentación al exilio venezolano.
Si los venezolanos que queremos construir una mejor Venezuela, tenemos que observar a nuestros amigos del gobierno de Taipéi. Caracas, en el momento que alcance expulsar al régimen socialista, debe comenzar sus lazos comerciales y culturales con la isla.
Aunque debemos entender que es necesario conservar nuestro reconocimiento como gobierno al régimen en Pekín. Esto como resultado del carácter del nuevo gobierno progresista de la isla de lograr su propiedad identidad tanto cultural como política.
No es para menos, que viviendo los venezolanos una situación similar, observemos con mucho cuidado por qué Taiwán alcanzó el éxito, las razones de cómo el tiempo terminó aislándola políticamente – situación que ya ocurre con Juan Guaidó y el agotamiento diplomático de sus aliados –, además de entender quiénes son nuestros verdaderos aliados en Asia.
Hoy más que nunca Venezuela tiene una enorme dependencia financiera del gobierno de Pekín, se conoce de una deuda total de 54 mil millones de euros. China pretende usar su dinero como fuerza diplomática y comprar influencia en el mundo, algo que los venezolanos no podemos permitir.
La influencia aumenta los riesgos que no logremos alcanzar la libertad, es la economía la que mantiene activa las transacciones internacionales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Reconocemos que Venezuela en el momento de ser libre, tendrá que llevar sus relaciones con Cuba con fuerza, para lograr hacer pagar al régimen de la isla comunista sus crímenes y delitos cometidos en el territorio, pero ahí también cuenta China. Irán tiene a los grupos terrorista de Hezbollá, Rusia su presencia de inteligencia militar, pero China su influencia económica.
Tenemos como defensores de la libertad la oportunidad de abrazar ante un escenario similar al gobierno de Taiwán, la oportunidad de tener una política internacional enfocada en la libertad.