El actual discurso de los políticos llamados de oposición en temporada de elecciones comienza con la siguiente frase: «El venezolano es profundamente democrático.
«Frase con la cuál estoy en total acuerdo.
Sin embargo he notado por las redes sociales y en uno que otro desgastado discurso electorero, que quienes llaman a la abstención cometen un acto de antipolítica, lo que me hace pensar – espero que de forma equivocada – que aquellos políticos de la llamada oposición, respecto de la democracia manejan un concepto muy reducido de la democracia, equiparandolo exclusivamente al mero acto del voto; o lo que es peor que las elecciones son buenas sólo cuando se les vota a ellos.
Por lo tanto, es preciso señalar algunas reflexiones que con el devenir político del país he venido elucubrando. Pues resulta que no votar, abstenerse; no hacer nada, también significa algo, sin ánimo de pretender hablar por mis demás paisanos, puede ser que ese silencio abismal de mas del 73 % de abstención sea una manifestación de inconformidad con TODO el «establishment» de la política venezolana, o por otra parte, el ciudadano no se siente involucrado con sus Concejos Municipales, instituciones fundamentales para los gobiernos descentralizado; es decir de contacto directo con el ciudadano y sus requerimientos.
Me siento más inclinado a creer que es la primera opción la que prevaleció en los pasados comicios, el venezolano se siente defraudado por su clase política, aquella que reduce la democracia al simple acto de señalar a un candidato ¿Es que acaso la democracia no significa de forma fundamental que se cumpla con la Constitución, que se respeten los derechos de vida, libertad y propiedad por sobre la voluntad de la clase política? Una democracia sin respeto a los derechos es una dictadura donde se escoge como aplastar a las minorías o peor aún como una minoría aplasta a la mayoría.
Parece que los discursos de la clase política ya trillados en sólo señalar los problemas que deliberadamente ha generado un régimen totalitario han cansado a la población. Es por ello que quienes quieran triunfar en la lucha contra la tiranía deben centrar sus discursos en soluciones que devuelvan la esperanza en la generación de valor en nuestro país, para así devolver, una vez recuperadas las instituciones, el verdadero significado de lo que representa el acto de votar. En definitiva el silencio del 9 de diciembre debió dejar aturdida a la politiquería actual.