Este 28 de julio se realizarán “elecciones” presidenciales en Venezuela, un país que está sometido por una dictadura de partido único, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El escenario de estas “elecciones” han dado esperanza para los venezolanos de una salida posible al régimen autoritario que ha destruido cada aspecto de la vida de los venezolanos.  

En este artículo abordará los escenarios que considero pueden darse ante este proceso “electoral”, usando la información que se maneja de manera pública tanto del régimen chavista como la oposición.

La transición democrática:

El primer escenario es el ideal ante las circunstancias que tenemos presentes, mismo que sería la aceptación por parte del régimen chavista de una derrota electoral, dando pie al proceso de transferencia de poder pactado con las fuerzas opositoras, Edmundo González Urrutia candidato a la presidencia por la Plataforma Unitaria y la Mesa de la Unidad, como con la líder de la oposición María Corina Machado, quien gano las primarias internas de la oposición.

Bajo este escenario, el régimen aceptaría la derrota bajo las condiciones de amnistía de sus crimines, su salida del país y de varios de sus miembros y la seguridad de sus activos en Venezuela. La transición estaría marcada por la convivencia de las fuerzas armadas capturadas por el chavismo y lideradas por Padrino López, mismo que seguramente conservaría al principio, si no es todo el primer mandato, las riendas del Ministerio del Poder Popular para la Defensa.

El proceso para democratizar el país se vería también afectado por los cuerpos de inteligencia como el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), al igual que en países como Rusia donde el servicio de inteligencia solo se transformó a nivel estético, pero no estructural, cualquier proceso de cambio pactado estará bajo la condición de mantener en los primeros momentos los privilegios establecidos en los organismos de “seguridad” y “defensa”.

La justicia no es diferente, al Tribunal Supremo Justicia (TSJ) y en la fiscalía general quedarían al menos los primeros momentos de este proceso de democratización en partidarios del chavismo, como se filtró en su momento cuando se supo las conversaciones entre Maikel Moreno y el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca John Bolton en 2019, bajo la administración de Donald Trump. Aunque los protagonistas han cambiado la idea de una transición estableciendo que estos organismos estatales quedarán temporalmente en manos del chavismo, sigue vigente y que es una opción que se maneja tanto en EE. UU como en la oposición venezolana.

La democracia que se estaría formando tendría el reto de afrontar un equilibrio entre la instauración de las libertades civiles y económicas, arrebatadas por el chavismo, como en el mantenimiento de los privilegios que conservan los conocidos “boliburgueses”, «enchuchados» y sectores como Fedecaramas y Conoindustria, para lograr en la mayor medida posible un proceso pacífico de reforma económica.

Este escenario, si logra sus objetivos, dará pie a la realización de un proceso electoral transparente, antes de los seis (6) años, donde se podría dar finalmente el paso de renovar cada uno de los organismos estatales y la renovación de gobernaciones, alcaldías, asamblea y de los cuerpos de seguridad.

Aunque este escenario es el menos creíble, es la apuesta tanto de EE. UU y varios de los gobiernos de izquierda en América Latina, véase que Gustavo Petro en Colombia planteaba durante su campaña a la presidencia, una posición diferente al gobierno de Iván Duque, donde se lograría instaurar la democracia en Venezuela, mediante el entendimiento con el régimen y no la confrontación. Estoy seguro de que los intereses de Gustavo Petro no son la democracia en Venezuela, igual Lula en Brasil, ya que hay un equilibrio entre mantener un piso político interno y externo, que no depende de la democracia en Venezuela, sino de la imagen que dan y la distancia que puedan conservar del autoritarismo de Maduro.

Este escenario estaría casi descartado, si no consideramos que es el más garante para el chavismo, ya que solo este escenario podría concederles la impunidad que necesitan, pero debemos también entender que el poder de la dictadura no está en Nicolás Maduro, sino en círculos concéntricos en torno al partido y los grupos armados.

La autocracia definitiva:

Este escenario es el peor que podemos plantear como venezolanos, comenzaría con el anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE) de la victoria de Nicolás Maduro, bajo este contexto es más que evidente que tanto la población, los líderes, organizaciones y gobiernos extranjeros denunciarían los resultados como fraudulentos.

Se esperaría una reacción de naturaleza espontánea de la población en las calles en las primeras horas, no tan masiva como en el pico de 2017, sino como el fenómeno de los autoconvocados en 2014, contexto que daría pie a un proceso de escala de violencia que puede o no resultar en un proceso de protestas ya más organizado con el objetivo de derrocar al régimen venezolano. En este punto el régimen venezolano tomaría la decisión no solo de arremeter contra la población y la oposición, sino que eliminaría finalmente la ilusión de que existen los organismos estatales aparte del partido, dando por cerrado el ciclo de autocratización en Venezuela, convirtiendo el país oficialmente (porque ya lo es de facto), en un régimen similar al chino o norcoreano.

El socialismo por su naturaleza aísla las naciones que lo practican, pero el régimen venezolano tiene la garantía que EE. UU desea conservar sus vínculos energéticos con Venezuela, sea una democracia liberal o un régimen autoritario. Por eso es importante entender que la apuesta del apoyo internacional ante este escenario se limitaría a mantener al régimen venezolano al margen, mientras se mantiene un canal de comunicación que garantice el apoyo energético, no para EE. UU específicamente, sino para los esfuerzos que necesitan los aliados en Europa y el Asia-Pacífico.

Nicolás Maduro no miente cuando afirma que es garantía de “paz”, esa estabilidad que vende no es para la población, sino para sus vecinos y EE.UU.

Bajo este escenario todos los actos de tortura, asesinatos, censura, persecución y exilio que hemos visto en los últimos años quedarán como anécdotas, ya que el régimen actuará con una fuerza jamás vista, entendiendo que no tiene los recursos de antes, pero sí con la garantía que los tendrá a futuro gracias a los acuerdos alcanzados ya para este momento con las multinacionales petroleras. Es falso que el régimen venezolano no tiene recursos para mantener su aparato represivo, los tiene y por encima de las amenazas, porque la oposición no tiene ninguna clase de recursos para materializar una amenaza, este juego de poder es una cuestión de equilibrios, el chavismo tiene la balanza de la fuerza completamente a su favor.

La región rechazaría estos resultados y mantendría su distancia con el régimen, mismo que no tendría planteado una apertura al mundo como pensamos, aunque si reformas importantes para garantizar una base económica importante como lo ha hecho últimamente, porque, aunque se destruyera la industria petrolera y la economía venezolana de la población es casi de subsistencia, el régimen ha podido mantener un grueso importante mediante el expolio fiscal al sector privado que el mismo régimen ha permitido. Este representa el 87,33% de los ingresos corrientes.

El chavismo actuaría aún peor que estos últimos 25 años, ya que, aunque mediante una delicada estructura de interés lograba conservar el poder, ahora puede terminar de dibujarse como un régimen autoritario oficial, no solo de facto, está vez terminarían el proceso con la abolición de todos estos procesos como los conocemos, ante el peligro que significaría repetir en un futuro las circunstancias actuales.

Este escenario lo considero más probable que todos los demás que una transición pacífica, aunque sería un riesgo al mediano plazo para el régimen, porque precisamente son estos procesos y ciertos espacios de oxígeno político lo que ha permitido al chavismo tener cartas de negociación internas y externos, bajo este contexto aumenta el riesgo para el régimen de que se use la violencia contra sus líderes.

La ruptura:

Aquí se repite los primeros pasos iniciales que, en el anterior escenario de autocratización, pero resultado en la incapacidad de represión masiva del régimen, obligando a los factores del chavismo capaces de iniciar un proceso de transición, mismo que tomaría el tiempo que se inicia desde el final del proceso “electoral” y enero de 2025, fecha donde se debe entregar la presidencia de Venezuela al ganador según la constitución chavista.

Tanto el contexto de negociación como de violencia que describo en los dos escenarios anteriores estarían entrelazados, aunque con la diferencia que el proceso de democratización de Venezuela estaría mucho más radicalizado, con una reforma política y económica profunda, acelerando el fin del sistema chavista.

Este escenario podría sonar ideal, ya que tendríamos el fin del régimen y un proceso de transformación profunda, sin correr el riesgo de terminar como algunas repúblicas exsoviéticas donde la democracia llego, sin muchas transformaciones estructurales. La realidad es que este camino sigue siendo un intermedio entre los dos y que puede terminar fracasando en conseguir gobernabilidad.

Con el régimen chavista en el poder o fuera del mismo, un conflicto de baja intensidad si este escenario se da sería casi inevitable para un gobierno democrático, el poder del régimen no recae en el Ejecutivo o Legislativo, sino en los paramilitares, guerrilla, milicias y parte de las fuerzas armadas, que actuarían de manera insurreccional y terrorista, haciendo de este proceso uno de los más violentos que Venezuela viviría, por eso la necesidad del apoyo regional para la gobernabilidad.

Desconozco si esta es la intensión de llamar a los venezolanos para votar, pero este escenario sería el que menos le conviene al régimen venezolano, si tienen la intensión de sobrevivir y que exista también un reducto de “chavismo democrático”, aunque no se puede descartar.

Aunque en lo particular me mantengo desmarcado de cualquier proceso “electoral” en Venezuela, porque no pretendo reconocer ninguna instancia del régimen chavista, incluido la constitución chavista, espero que esto sirva para lograr la libertad de Venezuela. Estamos en manos de una serie de factores que escapan de las manos incluso de los protagonistas de este proceso, hay momentos en la historia de la humanidad que hay eventos inimaginables, pero que ocurren, esperemos que este sea uno más.

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