Luis (nombre ficticio para protegerlo) es psicólogo, se graduó en la universidad central de Venezuela (UCV) a la edad de 26 años, en el 2013 llego a la ciudad de Maturín con el sueño de abrirse paso por el mundo de la psicología, servicio que en la ciudad hacía mucha falta; al ver que el dinero con el que contaba no era suficiente para abrir un consultorio psicológico Luis decidió abrir un pequeño restaurante en las cercanías del centro, luego de 2 años el negocio prosperaba a pesar de que Venezuela ya daba síntomas de que la economía no iba por el camino correcto.
Lo conocimos en un «negocio por negocio» cuando se nos acercó para conocer nuestras ideas, le agradecemos enormemente su apoyo. Miguel Acuña
Al acrecentarse la escasez; las leyes venezolanas fueron más estrictas y Luis fue una de las personas más lastimadas; el estado venezolano creo la ley de los «consejos locales de abastecimiento productivo» (CLAP) junto a la ley de los precios justos que apoyaba a una superintendencia de derechos económicos (Sundde) a hacer y deshacer todo a su antojo, los pequeños comerciantes tenían que contribuir por ley con las comunidades o serian resquebrajados. Luis fue notificado por sus vecinos que estaba siendo denunciado por acaparamiento de productos de primera necesidad, al verificar sus provisiones los funcionarios públicos lo obligaron a vender más del 60% de su inventario a precios 70% por debajo de su valor a los vecinos para ayudarlos en la «guerra económica» que según la superintendencia el mismo causaba, luego de eso Luis no pudo prosperar como antes, tuvo que gastar su capital en reponer todo, las ventas se redujeron por la imperante inflación, la escasez de alimentos hizo que cada vez fuera más difícil surtir el menú; para colmo Luis sufrió el robo de sus pertenencias una noche sin saber hoy en día cuales fueron los culpables de dicho delito, al cabo de 8 meses el empresario no pudo pagar el alquiler del local ocasionando el cierre del mismo.
Hoy en día en pleno verano de 2018 Luis cumple un año vendiendo vasos de agua en una de las plazas más concurridas de la 5ta ciudad más peligrosa del mundo, siempre con una sonrisa en la cara y esperando que algún día caiga este régimen para volver al sendero del éxito y así cumplir sus sueños.